Las 23 mejores películas de cine negro de todos los tiempos

Las 23 mejores películas de cine negro de todos los tiempos

Con las películas de cine negro nos pasa como con muchos otros aspectos de la vida, las amamos u odiamos. Para quienes las adoran, constituye uno de los géneros en los que más codificación y significados se han incorporado en la historia cinematográfica. Es quizás, por esa razón, que lo explícito predecible de sus argumentos puede resultar difícil de definir. 

La estética de esta clase de cintas se enfoca en las tonalidades grises de la escala moral con muchas sombras y escenarios que son retorcidos, perfectos para reflejar las pasiones tortuosas de aquellos que los transitan. Otro elemento esencial es el tema de la delincuencia, en muchas ocasiones, observada desde el punto de vista del criminal.

Bandidos, hampones o traidores, muestran ante la cámara una moralidad imprecisa y de poco fiar, un policía puede llegar a ser un extorsionador en la primera oportunidad. Por supuesto que no has podido entender totalmente esta definición descriptiva, pero debes saber que desde la década de los años 40 y hasta finalizar los 50, en el siglo XX, el cine negro mostró sus más importantes clásicos.

Películas del cine negro que tienes que ver

Te traemos una selección de películas del cine negro de la mano de directores icónicos como Orson Welles, Howard Hawks, Billy Wilder, John Huston o Fritz Lang, quienes fueron sus célebres creadores y los que pudieron darle forma a este género. Es por ello que en este artículo, que en modo alguno es definitivo, hemos realizado una lista de películas de este género que no puedes dejar de ver.

El halcón maltés (1941)

Su director fue el gran John Huston y trabajaron como protagonistas, el inolvidable Humphrey Bogart, así como Mary Astor, Gladys George, Peter Lorre, Barton MacLane y Lee Patrick.

Las 23 mejores películas de cine negro de todos los tiempos

Esta podría ser considerada la primera de las películas de cine negro, que sólo pudo ser superada por producciones en las que se logró una mayor sofisticación y fueron más despiadadas. La actuación de Bogart, haciendo el papel de Sam Spade, fue tan icónica que se convirtió en un modelo a seguir, con el cinismo, romanticismo y la melancolía como bases de su carácter personal.

La pareja con la espléndida mujer fatal Brigid O’Shaughnessy, personificada por Mary Astor, creó el clímax de la trama que se basa en la búsqueda de un objeto de mucho valor, es decir el halcón maltés, que representa el título del film. 

Perdición (1944)

Este clásico del cine, fue dirigido por Billy Wilder y tuvo como protagonistas a Fred MacMurray, Barbara Stanwyck, Edward G. Robinson, Tom Powers y Porter Hall, todos ellos, primerísimas estrellas. En la cinta tenemos a un Fred MacMurray, que es comediante y está fuera de su elemento, una Barbara Stanwyck que logra hacer el mejor papel de su carrera, el de una verdadera psicópata, y un Edward G. Robinson, realmente perfecto.

Resultó ser una de las películas preferidas de Alfred Hitchcock. Su argumento es típico de las producciones de cine negro. Una mujer fatal convence a un ingenuo agente de seguros para que asesine a su esposo, la historia contada en un largo flashback es simplemente interesante. 

Laura (1944)

Dirigida por Otto Preminger e interpretada por Gene Tierney, Dana Andrews, Clifton Webb, Judith Anderson, Vincent Price y Dorothy Adams, es una película en la que vemos a un detective (Dana Andrews) que investiga la muerte de una mujer (Gene Tierney) y  termina obsesionándose con ella. 

La excelente dirección, los movimientos de cámara y los hallazgos de puesta en escena le dan a Laura un ambiente de romanticismo fatalista que no se encuentra en otras películas más reales del género cine negro, por eso es catalogada como un clásico con independencia de esta categoría del séptimo arte.

La mujer del cuadro (1944)

Bajo la dirección de Fritz Lang, quien le dio a Edward G. Robinson dos roles en los que queda atrapado obsesivamente, hasta la ruina total, por la hermosura de Joan Bennett. En uno de ellos, hace el papel de un profesor que se empecina con la mujer del cuadro que está en un escaparate, finalmente la conoce en persona y termina involucrándose en un crimen.

Perversidad (1945)

También dirigida por Fritz Lang y como protagonista, nuevamente, Edward G. Robinson, la cinta relata la vida de un pintor inexperto que cree que el personaje de Joan Bennett se enamora de él, al presumir ser un artista plástico exitoso. Robinson hará lo que sea necesario para que ella confíe en esta farsa, sin embargo, la dama y su novio, en realidad están estafando al protagonista. En esta película se mezcla un romance tóxico con una llamativa trama criminal. 

Desvío (1945)

Fue dirigida por Edgar G. Ulmer. Los personajes fueron interpretados por los actores: Tom Neal, Ann Savage, Claudia Drake, Edmund MacDonald, Tim Ryan, Esther Howard y Pat Gleason. A esta película la consideraron por mucho tiempo como una pieza menor, pero es un film rotundo y extraño. Cuenta con 68 frenéticos minutos de historia y parece inspirada en comedias ochentosas en las que personajes ingenuos se ven envueltos, sin quererlo, en las aventura más grandes de sus vidas.

En la producción se muestra a un músico que hace autostop para atravesar el país (Tom Neal), y es apoyado por un extraño que le permite subir a su auto. Luego de que el conductor muere de forma accidental, el artista se apropia de su coche e identidad y se ve arrastrado a mil y un avatares, topándose con una de las mujeres fatales más peculiares del período; una fémina enigmática y mal encarada, interpretada por Ann Savage, que es la causante de situaciones delirantes y una moderna atmósfera de pesadilla.

El sueño eterno (1946)

La dirigió Howard Hawks, en ella tenemos como protagonistas a Humphrey Bogart y Lauren Bacall, esposos en la vida real, y a John Ridgely, Martha Vickers, Dorothy Malone y Regis Toomey. Los aspectos que enaltecieron a este film en el género de cine negro fueron la encarnación de Humphrey Bogart como Philip Marlowe, enigmático, y la tensión sexual entre Bogart y Lauren Bacall, que es asombrosa para una cinta de la década de los cuarenta.

Los diálogos entre la pareja son realmente increíbles, afiebrados, acerados e irrespetuosos. La cinta empieza con un Marlowe contratado para investigar las deudas de juego de una irreverente y descontrolada heredera, pero pronto la situación cambia. Según los comentarios de  esta película, en la sala de edición se dejó de lado la verosimilitud y credibilidad del film, apartando los convencionalismos y exaltando las partes en las que se incrementaba el alto voltaje sexual.

Retorno al pasado (1947)

Su director fue Jacques Tourneur y la protagonizaron Robert Mitchum, Jane Greer, Kirk Douglas, Rhonda Fleming, Richard Webb y Steve Brodie. Se trata de una trama típica de los films de cine negro con interpretaciones de actores catalogados como magistrales. 

Mitchum, un detective que fue contratado por el gángster Douglas, debe encontrar a una de las mujeres fatales, de las más despiadadas del género, Jane Greer, luego de que ella le disparó y le robó una fortuna. Todo envuelto en una estructura confusa, empleando flashbacks para revelar el pasado del personaje de Mitchum. 

La dama de Shanghai (1947)

Dirigida por el afamado Orson Welles, en esta producción, él también forma parte del elenco en compañía de Rita Hayworth, Everett Sloane, Glenn Anders, Ted de Corsia y  Erskine Sanford. Posee una icónica escena final con disparos en un laberinto de espejos.  La dama de Shanghai es una maravillosa muestra de las películas de cine negro con las que Welles siguió definiéndose como uno de los más grandes irreverentes de Hollywood.

En la cinta, un marinero irlandés (Welles) entra a trabajar en un yate que pertenece a un hombre inválido casado con una mujer muy hermosa (Rita Hayworth), quien va a descubrir que solo es una pieza en un complejo plan para cometer un homicidio.

El tercer hombre (1949)

Dirigida por Carol Reed e interpretada por Joseph Cotten, Alida Valli, Trevor Howard, Orson Welles, Bernard Lee y Paul Hörbiger, tiene una excelente puesta en escena, cuyo argumento se desarrolla en la Viena de 1947, a comienzos de la Guerra Fría. Un escritor de poca monta visita a un amigo que luego muere en un accidente de auto. De acuerdo con la policía, dos hombres intervinieron, pero un testigo afirma que hubo un tercero también involucrado. 

El ambiente de Viena, después de la guerra es opresivo, con una fotografía que la hace parecer una cinta de terror con una tendencia expresionista, dando  vida a un film amoral, como cualquiera de las películas de cine negro, pero con menos sordidez. Combina el deseo sexual insatisfecho y de una forma más oscura de lo que se aprecia. 

Los excelentes roles de Cotten y un Orson Welles secundario, pero con algunas de las líneas de parlamento más famosas de su carrera son extraordinarias.

La jungla de asfalto (1950)

Dirigida por John Huston y en la que actuan Sterling Hayden, Louis Calhern, Sam Jaffe, Jean Hagen, James Whitmore y la muy recordada, Marilyn Monroe, no se trata propiamente de una de las producciones de cine negro habituales, sino de un esquema de este tipo de filmes, aplicado a las tramas de las películas de asaltos, con una perfección y firmeza que la convirtió en el patrón para las futuras cintas de ese género.

Comienza con la planificación del robo a una joyería, por lo que se van conociendo a los delincuentes, quienes poseen una cantidad de habilidades muy específicas, con oscuros orígenes y motivaciones, que los hace destinatarios de un futuro desgraciado. Alejándose de la estética de los gángsters de los años treinta, La jungla de asfalto nos presenta a criminales que son padres de familia o víctimas de circunstancia diversas, tratándose de una expresión muy moderna.  

El demonio de las armas (1950)

Fue dirigida por Joseph H. Lewis e interpretada por Peggy Cummins, John Dall, Berry Kroeger, Morris Carnovsky, Annabel Shaw y Harry Lewis. Estamos haciendo mención a un referente de serie, segmentada como B modesta y ambientada en el período clásico de las películas de cine negro, aunque muestra pinceladas de otros géneros, poniendo un matiz más radical a los códigos usuales que vemos en las historias de gángsters y delincuentes. 

Las 23 mejores películas de cine negro de todos los tiempos

Observamos a Bonnie y Clyde, mostrados de manera más resumida y directa de lo normal y con atributos de un thriller psicológico porque el énfasis se encuentra en la atracción que sienten los asaltantes por las armas de fuego.

La imaginación en la puesta en escena, de forma cruda y directa en sucesiones como la del atraco al banco en off y en plano de secuencia, le da unas características diferentes a otras cintas del mismo género, sin sutilezas, pero con mucha intensidad.

Los sobornados (1953)

Se hizo muy conocida por la escena en la que un sádico que posee un físico indescriptible, interpretado por Lee Marvin, le arroja café caliente a Gloria Grahame, pero esta película de Fritz Lang encierra mucho más. Se trata de la historia de un policía (Glenn Ford) que se rehúsa a dejarse dominar por la corrupción que hay en su entorno y comienza, luego de que su esposa es asesinada, una lucha desigual contra los gángsters y sus propios compañeros.

El beso mortal (1955)

Esta película es el resultado de la mezcla de la estética de las producciones de cine negro y la tensión atómica de la Guerra Fría, haciéndola oscura y delirante. Este film de Robert Aldrich, empieza cuando el detective Mike Hammer (Ralph Meeker) casi atropella a una mujer que vaga asustada por una carretera en medio de la noche, vestida solo con una gabardina y cuando unos días después la mujer es asesinada, Hammer se propone investigar el caso.

Si son de tu gusto los personajes duros y amorales, este film puede que exceda tus preferencias, pues la visión de Hammer, que tiene Aldrich, es misantropía pura y te darás cuenta de que su antihéroe no le agrada. Los villanos de esta historia están a su altura, haciéndolo un maestro de la amarga violencia .  

Atraco perfecto (1956)

Hablando de directores incómodos, tenemos a Stanley Kubrick dirigiendo a Sterling Hayden, Coleen Gray, Vince Edwards, Jay C. Flippen, Marie Windsor y  Ted de Corsia. El subgénero «atracos que salen regular» tiene su epítome en esta película muy bien interpretada por Timothy Carey y  Marie Windsor, a quien los caracteres usuales de la mujer fatal no le importan. El argumento se centra en los efectos del planificado asalto a un hipódromo y los conflictos entre los criminales. 

En una cinta directa y poco sutil, con mucha violencia y sordidez, Atraco perfecto fue el inicio de la nueva época de las películas de cine negro, alejándose de los cánones que impusieron los clásicos de este género.

Sed de mal (1958)

Nuevamente tenemos aquí a Orson Welles, dirigiendo a Charlton Heston, Janet Leigh, Marlene Dietrich y Joseph Calleia. Se trata del mejor aporte de códigos del cineasta a las películas de cine negro. Es conocida por los conflictos entre el director y la productora, pero también por su sensacional plano de encuadre de inicio, asombrosa por haber sido rodada de manera totalmente artesanal. 

Welles construye una atmósfera tóxica y pesada a partir de que una bomba es puesta en un auto que explota cerca de la frontera de Estados Unidos y México. Con una historia de asfixiante sordidez, Charlton Heston es un policía fronterizo, Janet Leigh, su esposa y el propio, Welles, es un detective corrupto. Entre todos hacen que el espectador sienta el mensaje de que llevamos el mal en la sangre y no hay nada que hacer al respecto.

Un largo adiós (1973)

Dirigida por Robert Altman e interpretada por Elliott Gould, Sterling Hayden, Nina Van Pallandt, Mark Rydell, Henry Gibson y David Arkin. Puede decirse que cada período tiene su Philip Marlowe, primero realizado por Bogart, y en esta cinta por Elliott Gould que le da sensibilidad al normal cinismo del personaje. 

En este film, Marlowe es acusado falsamente del homicidio de la esposa de un amigo, a quien acompañó en un viaje corto hacia la frontera mexicana. Este largometraje posee una visión sardónica, poniendo de manifiesto la crítica social.

Chinatown (1974)

Dirigida por Roman Polanski e interpretada por los increíbles Jack Nicholson, Faye Dunaway y John Huston, acompañados de Perry Lopez, Burt Young y  Roman Polanski, se trata del film que más representa a las películas de cine negro, representando una oda a los clásicos del género. 

Jack Nicholson hace una actuación magistral en el papel de detective perdedor y bolsa de golpes para los maleantes de rigor que investiga un caso de infidelidad matrimonial, contratado por Faye Dunaway, quien muestra una imagen de mujer fatal clásica.

La trama se complica cuandola averiguación policial se vincula con la política de la localidad. Chinatown es opresiva y deprimente, con claroscuros, bajo un sol de justicia. Lo interesante de esta cinta es que, sin perder la esencia clásica, logra actualizar las preocupaciones de la época, puesto que Polanski nos presenta un trabajo impregnado de la desesperanza, luego de Vietnam y de Watergate, a pesar de estar ambientada en Los Ángeles, en la década de los años 30. 

Fuego en el cuerpo (1981)

El director fue Lawrence Kasdan y sus actores: William Hurt, Kathleen Turner, Richard Crenna, Ted Danson, J.A. Preston y Mickey Rourke. Se refleja una visión reduccionista del voltaje sexual en la que el erotismo se usa de forma marginal en los papeles femeninos clásicos. 

Las 23 mejores películas de cine negro de todos los tiempos

Es una aventura romántica de un abogado de poca monta (William Hurt) y una mujer casada que tiene fuego en el cuerpo (Kathleen Turner). La actriz reformula la imagen de fémina fatal, transformando el carácter frío de sus antecesoras en una humanidad exuberante por medio del sexo. 

La última seducción (1994)

Dirigida por John Dahl y en la que actúa Linda Fiorentino, Bill Pullman, Peter Berg, J.T. Walsh, Bill Nunn, ZackPhiffer y DeanNorris, esta cinta exhibe una noción frívola y helada de las películas de cine negro. La femme fatale es aquí Bridget Gregory (Linda Fiorentino), una mujer sin sentimientos ni escrúpulos que roba el dinero de una estafa farmacéutica y va traicionando a los hombres que la rodean. Sin duda un personaje que fascina, despiadado pero con un toque de sarcasmo y  humor. 

Lazos ardientes (1996)

Este film fue dirigido por las hermanas Wachowski e interpretado por Jennifer Tilly, Gina Gershon, Joe Pantoliano, John P. Ryan, Barry Kivel y Christopher Meloni. Muestra un reclamo morboso muy explícito, relacionado con una relación lésbica, expuesta con crudeza, entre Jennifer Tilly y Gina Gershon. Se trata de dos mujeres muy diferentes, pero que se ven indefectiblemente atraídas y deciden asaltar al novio de Tilly, el mafioso Caesar (Joe Pantoliano).

L.A. Confidential (1997)

Bajo la dirección de Curtis Hanson y con las actuaciones de Guy Pearce, Russell Crowe, Kevin Spacey, Kim Basinger, Danny DeVito y James Cromwell, esta joya revivió a las películas de cine negro, dando origen a una época en la que se realizaron cintas con un homenaje a las clásicas producciones de este género. 

Las actuaciones impecables cuentan la historia de un caso de corrupción en un departamento de policía de Los Ángeles, en los años cincuenta, y cómo tres policías, con caracteres encontrados, tienen que hacer la investigación. Las mezclas entre la corruptela, Hollywood, el tráfico de drogas, la mafia y los intereses políticos no son aspectos nuevos en esta clase de largometrajes, pero en pocas oportunidades han sido tan bien entrelazados como en esta producción.

Jackie Brown (1997)

Dirigida por Quentin Tarantino, tiene como actores a los grandiosos Pam Grier, Samuel L. Jackson, Robert De Niro, Robert Forster, Bridget Fonda y  Michael Keaton. Es la cinta menos estrepitosa de este director. La protagonista, Jackie Brown (Pam Grier), es una aeromoza que colabora con un traficante de armas (Samuel L. Jackson) hasta que la atrapa la policía y tiene que aceptar un trato para que se logre capturar a su jefe. 

Jackie Brown cuenta con un excelente elenco en roles secundarios, realizados por: Robert Forster, Bridget Fonda, Robert De Niro, Michael Keaton, sin exhibir cinismo alguno. Este relato de honestidad brutal fue todo un éxito para la época.

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